sábado, 2 de noviembre de 2013

San Martín y las tradiciones

Un pato asado bien dorado y vino joven. Nada de esto puede faltar durante los festejos de San Martín, que cae el 11 de noviembre; cuando, según dice el pronóstico, nos debe este Santo dejar la primer nieve.

San Martín nació en el año 316 d.C. como Martín de Tours. Su padre, tribuno militar romano pagano en la provincia romana de Alta Panonia, actual Hungría, lo obligó a entrar en el ejército ya a la edad de 15 años. Dice la leyenda, que una noche fría y oscura Martín vio en la calle a un méndigo semidesnudo implorándole caridad. Pero Martín no llevaba monedas y tratando de proteger al méndigo del frío, cortó con su espada su capa militar entregándole la mitad a aquél pobre hombre. La noche siguiente vio en sus sueños a Jesucristo vestido precisamente con el mismo trozo de la capa. Probablemente influenciado por esta aparición, Martín recibió el bautizo en la Noche Santa del año 339 y decidió consagrar su vida a Dios. Pero para abandonar el ejército tuvo que esperar otros casi 15 años hasta ser ascendido a oficial. En el año de 372 fue ordenado obispo en Tours y, a pesar de su nombramiento, seguía viviendo como un monje en una cabaña cerca del río Loira, donde posteriormente se fundó la abadía de Marmoutier. San Martín murió el año 397 en Candes cerca de Tours a la edad de 81 años. Es el patrono de los soldados, caballos, caballeros, patos y viticultores y su imagen más frecuente es sobre un caballo con la mitad del manto y el méndigo.


Ya en la antigüedad la fiesta de San Martín pertenecía a las más preferidas del año. Este día se lo relacionaba no tan sólo con la llegada de la primera nieve, sino también con la verdadera verbena con todas sus pertenencias. Los criados generalmente terminaban sus servicios acordados, recibían sus sueldos y buscaban el servicio para el año venidero. En muchos lugares se celebraban también, además de la verbena, ferias de ganado. En las regiones vinícolas este día pertenecía a la fiesta del nuevo vino.


En esta fiesta no puede faltar, en ninguna casa, un pato de San Martín, bien cebado y bien asado, generalmente servido con albóndigas de harina de pan y albóndigas de patata y repollo rojo. El pato también se relaciona hasta con dos leyendas. Según la primera se come, porque los gansos interrumpían los sermones de San Martín y en la cazuela cumplen su castigo y la segunda cuenta que Martín fue tan humilde que antes de ser elegido obispo se escondía en una granja de gansos, pero los gansos lo delataron con sus graznidos. En la mesa de San Martín no pueden faltar también las tradicionales medialunas rellenas con semillas de adormidera o mermelada de ciruela y, naturalmente, el ya mencionado vino, vino joven blanco o tinto que es un excelente acompañante de la cocina checa.

Roast_duck_with_dumplings_(Czech)

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