La colina de Petřín se alza frente al centro histórico. Además de un mirador, inspirado en la Torre Eiffel parisiense, y que fue en su época expuesto a la amenaza de ser derrumbado por Hitler, el lugar ofrece diversión y rutas románticas ideales para las parejas de enamorados.
Una de las primeras menciones escritas sobre la colina de Petřín data del siglo XII, cuando el cronista checo Kosmas aclaró en sus escritos el origen de su nombre, que supuestamente deriva de la palabra latina “petra”, es decir, piedra. Durante largos años, de esa localidad rocosa se extraía la marga para construir las primeras edificaciones góticas y románicas de Praga. Hasta el siglo XIV, el montículo había servido también como escenario de ejecuciones.
El punto dominante de la colina es el Mirador de Petřín, llamado también la hermana pequeña de la Torre Eiffel de París, siendo con sus 60 metros de altura cinco veces más baja. Sobre los motivos para construirlo nos habla el portavoz de la compañía ABS, encargada de gestionar el mirador, Martin Marcilis:
“La idea de construir el mirador surgió en 1889, cuando un grupo de miembros del Club de Turistas Checos visitó la Exposición Universal celebrada en París, donde entonces fue inaugurada la Torre Eiffel. Así que se les ocurrió que en Chequia podría existir algo parecido”.
Al cabo de dos años se iniciaron las obras y la construcción de 175 toneladas de acero, alzada sobre unos cimientos de 11 metros de profundidad, se dio por terminada en tan solo cinco meses. Esa velocidad se debió, sobre todo, a la habilidad de los obreros.
La apertura del mirador, a cuya cima conducen 299 escalones, se celebró en el marco de la Conmemorativa Exposición Terráquea de 1891, cuyo propósito fue demostrar el avanzado nivel de la industria checa, así como reforzar el sentimiento nacional. Mientras que la Torre Eiffel no fue recibida por los parisienses con gran entusiasmo, su pequeña hermana praguense gozó de éxito entre los checos:
“Fue un momento célebre, todo el recinto de la colina se abrió para el público, siendo visitado por más de 7.000 personas en tan solo una semana”, indicó Marcilis.
Aunque no todos aplaudieron la apariencia de la obra y de hecho durante la Segunda Guerra Mundial se cernió sobre ella la amenaza de ser derrumbada, según prosigue Marcilis:
“Hitler, al llegar a Praga durante la ocupación nazi, dijo que la derribaría, ya que según él estropeaba el panorama de la ciudad. Gracias a la perspicacia de los funcionarios la operación se fue aplazando y finalmente la torre consiguió sobrevivir. Antes, en la época de la Primera República se dio también un incendio, pero el mirador resistió, conservándose hasta la actualidad”, señaló.
La colina de Petřín mide 327 metros, una altura considerable que lógicamente hizo plantearse cómo facilitar la subida a sus visitantes. La idea de construir un funicular surgió simultáneamente con el inicio de las obras del mirador, según indica Miroslav First:
“El primer funicular que se puso en marcha funcionó a través del sistema de la preponderancia del agua. En principio, se trata del sistema más simple que existe. El vagón, que se situaba en la cima de la colina, se llenaba de agua para obtener un mayor peso. Así con la carga de agua y el peso de los pasajeros era posible subir el vagón que estaba abajo. Luego el agua se vaciaba y el proceso se repetía”.
Ese método requería un enorme consumo de agua y en los días calurosos había veces que las fuentes se secaban y los pasajeros se veían obligados a subir andando.
La vida del funicular, sin embargo, no fue fácil, ya que hasta el centenario de su funcionamiento tuvo que ser renovado tres veces.
Con el principio de la Primera Guerra Mundial se suspendió su funcionamiento y no se reanudó hasta pasados 18 largos años. Entonces, sus vías fueron alargadas más de medio kilómetro y los vagones pasaron a ser propulsados por un motor eléctrico, colocado en la estación superior. En aquella época los vagones eran capaces de trasladar hasta 2.600 personas diariamente.
En 1965 las vías se inundaron a causa de unas lluvias torrenciales y quedaron permanentemente dañadas. Más tarde además se provocaron desplomes de tierra. Transcurrieron otros 14 años para que los visitantes no tuviesen que subir a Petřín andando.
En la actualidad, el funicular es manejado por un ordenador, pero el equipo mecánico y el sistema de frenado se han conservado desde 1932, según detalla First.
“El equipo de máquinas es capaz de soportar los componentes modernos que lleva ahora por dentro. Es que entonces los constructores contaron con una longevidad de más de cien años, mientras que hoy día lo normal son diez o quince años, resaltó”.
El Laberinto de los Espejos
Estando en la colina, los visitantes no deberían perderse una visita al Laberinto de los Espejos situado junto al Mirador. Se halla en un pabellón de madera, que antes de ser trasladado a Petřín se encontraba en el recinto ferial de Holešovice, en Praga. Desde su interior a menudo se oyen carcajadas, ya que además del laberinto hay una sala con espejos deformantes. Asimismo se puede admirar un diorama de 85 m² que representa una memorable escena de la batalla de los checos contra los suecos en el Puente de Carlos que tuvo lugar al final de la Guerra de los Treinta Años.
El Muro del Hambre
Desde el barrio de Újezd hasta el Monasterio de Strahov se extiende un muro de casi un kilómetro, construido en el siglo XIV a mando del rey Carlos IV a fin de reforzar la protección del Castillo de Praga y el barrio de Malá Strana ante posibles ataques desde el sur. También se dice que otra razón de su edificación consistió en dar trabajo a los habitantes, que así pudieron combatir el hambre que en aquella época afligía las tierras checas. De allí también su nombre – el Muro del Hambre.
Monasterio de Strahov
El Monasterio de Strahov pertenece a la orden de los Mostenses y fue fundado por Vladislao II en 1143. El aspecto barroco actual data de finales del siglo XVII. Durante su historia han sido necesarias múltiples reformas para arreglar los destrozos producidos por las incursiones enemigas.
En el interior del monasterio se encuentra la iglesia de la Asunción de la Virgen María. En ella se guardan los restos de San Norberto, el fundador de la orden Mostense, así como un órgano en el que tocó Mozart varias veces en sus visitas a Praga. A la iglesia sólo se puede acceder durante el horario de culto.
La mayoría de las salas sólo abren al público durante exposiciones y no pueden ser visitadas. Las salas que siempre están abiertas son la biblioteca y la pinacoteca.
Biblioteca
La biblioteca del Monasterio de Strahov cuenta con dos salas que en cierta medida recuerdan a la biblioteca barroca del Clementinum: la Sala Teológica Barroca y la Sala Filosófica Clasicista. En ellas se conservan libros y manuscritos de la Edad Media, ilustraciones y globos terráqueos.
Además de estas salas tiene una pequeña exposición zoológica donde se pueden contemplar diversos animales disecados.
Punto de encuentro de parejas enamoradas
La colina está cubierta de bellos jardines y huertas que componen un paisaje romántico. Así que no es de extrañar que Petřín se haya convertido en el lugar favorito de las parejas. El 1 de mayo, considerado en Chequia el día de los enamorados, los amantes se dan cita en estos jardines para besarse debajo de un árbol florido, una tradición practicada a fin de asegurar a las mujeres la belleza y la frescura a lo largo del año.
De ahí nació otra tradición más reciente, que consiste en alcanzar un encuentro récord de parejas besándose. Se reúnen al lado de la estatua del escritor Karel Hynek Mácha, el máximo representante de la literatura del romanticismo checa.
Nada mejor que acabar el paseo romántico observando las estrellas. Esa oportunidad la ofrece el Observatorio Astronómico de Štefánik, construido en 1928. A través de diversos tipos de telescopios se puede observar el cielo durante el día y la noche. En su cúpula se halla un telescopio que sirve también para observar la superficie del Sol y las erupciones solares.
Recientemente, el Museo de Praga inauguró en el Mirador del Petřín una exposición que retrata los cambios de la colina a lo largo del tiempo. A través de dibujos y fotografías de época se da a conocer qué vistas se ofrecían desde su cima en diferentes períodos, y algunos documentos de época revelan más información sobre su historia.
Vía | Radio Praga