Partida en dos por el río Moldava y desgajada en cinco barrios históricos, la Ciudad de las Cien Torres o la Praga de Oro sabe encandilar con su uniforme inventario de callejas y plazas adornadas de iglesias, cúpulas y palacios. No en vano es Patrimonio de la Humanidad.
Día 1
De la primera cerveza a la Ciudad Vieja (3 h)
Si todavía fuera tiempo de cenar, para entrar de lleno en la esencia checa podría tomarse un taxi hasta la famosísima cervecería U Fleku, con más de cinco siglos a sus espaldas. Sus bulliciosas salas apuntan como una opción que ni pintada para ir haciéndose al ritmo de la ciudad a través de sus costumbres –y la degustación de las mejores cervezas es un asunto casi sagrado en Praga–, y de paso también a través del estómago. Para bajar las contundentes sopas de la casa o especialidades tan carnívoras como el cerdo al horno o el goulash à la Flek, nada como un paseo por la Ciudad Vieja. Bastará llegar al célebre Puente de Carlos, de lo más bucólico y sin las hordas habituales de admiradores una vez anochecido, para desde allí deambular sin prisas por las callejuelas de este esencial barrio histórico al que habrá de volver para visitar sus monumentos y participar de su ambiente.
No hará falta echar mano del mapa, porque casi inevitablemente se acabará llegándo a la plaza principal de la Ciudad Vieja, con su muestrario de fachadas burguesas en tonos pastel y edificios tan señeros como la iglesia de Tyn y la Torre del Ayuntamiento, presidida por el Reloj Astronómico más famoso de toda Europa.
Día 2
El Castillo y Malá Strana (5 h)
El conjunto monumental del barrio del Castillo o Hradcany es tan rico que podría tranquilamente acaparar todo el fin de semana, aunque convendrá intentar sacar lo mejor de él en esta primera mañana. Para llegar a sus alturas hay pocas formas tan encantadoras como tomar uno de esos tranvías que le añaden carácter a la vieja Praga. Desde que en el siglo IX se erigiera su primera fortificación, ha sido siempre en esta zona aupada sobre una colina que domina toda la ciudad donde ejercieron su poder los reyes de Bohemia. Hoy es también aquí donde tiene su oficina el presidente del país. Dentro del perímetro amurallado de la ciudadela afloran palacios, museos, jardines y grandes monumentos religiosos aunque, ante la imposibilidad de verlos todos, habrá por lo menos que optar por la Catedral gótica de San Vito, el Palacio Real, la Basílica de San Jorge y el encandilador Callejón del Oro en el que antaño vivían los alquimistas de la corte –Praga es junto con Turín y Lyon uno de los vértices del llamado triángulo esotérico de Europa–.
En una de sus diminutas casitas de colores, hoy ocupadas por tiendas de artesanía, vivió brevemente el mismísimo Kafka.
Por la romántica escalinata de Zámecké Schody podrá bajarse desde el Castillo hasta el barrio de Malá Strana, adornado de magníficas fachadas renacentistas y barrocas y, en su plaza, por el templo de San Nicolás, a cuyo campanario subir a disfrutar las vistas. Hay muchos restaurantes para comer en la zona, como el coqueto U Tri Houslicek de la monumental calle Nerudova. Lo suyo será intentar no demorarse demasiado, porque queda por explorar la porción más sabrosa del casco antiguo.
El corazón del casco antiguo (5 h)
Cruzando el Puente de Carlos, atestado de paseantes y artistas callejeros, la vía Karlovaconduce por la otra orilla del río Moldava hasta la Plaza de la Ciudad Vieja o Starometské námestí, rodeada por un fenomenal laberinto de callejuelas por el que perderse a voluntad durante las siguientes horas. Eso sí, antes de lanzarse a paladear el regusto medieval de sus galerías y patios porticados, de recalar en alguna de sus tabernas o de admirar las piezas de cerámica, cristal o las preciosas marionetas que exhiben sus escaparates, habrá que vérselas primero con esta animadísima plaza que se llena de terrazas con buen tiempo. Sobre sus fachadas despuntan las torres de Nuestra Señora de Tyn, tan imponentes que en lugar de una iglesia se diría una fortaleza. Y también, por supuesto, el Ayuntamiento, con una galería panorámica a la que se puede subir y el famoso Reloj Astronómico, a cuyo alrededor se arremolinan auténticas multitudes cuando a las horas en punto comienzan a desfilar las figuritas de los Doce Apóstoles.
Difícilmente dará tiempo de asistir a alguno de los conciertos clásicos que tan a menudo ofertan por el centro de Praga muchos de sus palacios, capillas y hasta el complejo arquitectónico del Klementinum, en el que los jesuitas establecieron en el siglo XVI su monasterio y universidad. Casi mejor dedicar la tarde a deambular a voluntad por su tramo más histórico, sin perderse el conjunto de patios y pasajes que se abre por las inmediaciones de la calle Melantrichova, el encanto de otras vías como Jakubská y Stupartská o la elegante calle Celetná, que conduce hasta la Torre de la Pólvora y el edificio art nouveau de la Casa Municipal. Ésta alberga un bonito café en el que podrá hacer un alto para decidir si volver hacia el Puente de Carlos para admirar desde allí el atardecer, decantarse por una sesión de Teatro Negro en las diversas salas que ofrecen este tipo de espectáculo tan indisociable de Praga u optar por un buen restaurante con vistas para ponerle la guinda al día.
Día 3
Última mañana en el Barrio Judío (3 h)
Si solo se dispusiera de la mañana, se haría bien consagrándosela a Josefov, el barrio que custodia las memorias de la que fuera una de las mayores juderías de Europa. Su viejísimo cementerio es de visita obligada. Cerca de 12.000 lápidas se hacinan en este reducido espacio que desde el siglo XV hasta el XVIII fue el único lugar de enterramiento de la nutrida comunidad hebrea de la época. Se trata de un auténtico viaje al pasado a pesar de que del barrio en sí apenas han sobrevivido un puñado de sinagogas o el Antiguo Ayuntamiento Judío. Y es que en los albores del XX se destruyó el ghetto para ampliar la ciudad y darle un aire entre parisino y vienés, de ahí que las mejores calles de Josefov luzcan adornadas de espléndidos edificios modernistas. Es precisamente por la calle Paríszká, la más elegante de Praga, donde se han asentado las grandes firmas de moda y muchos ateliers de diseñadores locales.
Quienes tengan todo el día podrían completarlo con la visita de la fabulosa biblioteca que alberga el Monasterio Strahov, entre el barrio del Castillo y la colina de Petrín, así como con el exceso barroco de la cercana plaza de Loreto. O dedicar las horas que aún queden a explorar desde la alargadísima Plaza Wenceslao a los tramos más apetecibles de la llamada Nove Mesto o Ciudad Nueva. La que surgió en el siglo XIV como expansión del casco viejo atesora joyas como el Museo Nacional o el Teatro Nacional, amén de encantadores cafés literarios con la historia del Slavia o el Louvre, en las calles Smetanovo nábrezí y Národni, entre cuyos asiduos figuraron desde Kafka y Rilke hasta Jaroslav Hasek.
GUÍA PRÁCTICA
Cómo llegar
Vuelos directos de Madrid y Barcelona a Praga con Wizzair, Iberia, Vueling y Czech Airlines.
Cómo moverse
Las hechuras de la Praga histórica son perfectas para descubrirlas a pie. Aun así hay un excelente transporte público, con metro, autobuses y tranvías. La tarjeta Prague Card, válida para dos, tres o cuatro días, permite acceder con descuento a los principales monumentos.
Dónde dormir
Al más alto nivel, el Mandarin Oriental, en un monasterio del siglo XIV; el Boscolo Prague, en un magnífico edificio neoclásico, o el también cinco estrellas pero de diseño At The Three Storks. También, hoteles más asequibles pero con el encanto del Neruda, de diseño, o los vanguardista Andel's y Yasmin.
Dónde comer
Las bulliciosas cervecerías checas son todo un must para hacer una incursión en la cocina popular. Las hay tan famosas como U Fleku (Kremencova,11), o menos turísticas como Novomestsky pivovar (Vodickova, 20). Además de los restaurantes mencionados, para una cena romántica, el Kampa Park (Na Kampe, 8b), Belle Vue (Smetanovonábr,18); U Maliru (Maltézskénám, 11); y, en verano, el elegante U Zlate Studne, en la azotea del hotel Golden Well (U Zlate Studne, 166/4). Para probar la cocina checa de fusión, V Zatisi (Betlémské nám). Y la única estrella Michelin del país, en el Allegro del Hotel Four Seasons (Veleslavínova, 2a).
Ocio nocturno
Para una copa en un entorno elegante, el Cloud 9 Sky Bar & Lounge (Pobrezní, 1), en lo alto del Hilton Prague, o el Buddha Bar (Jakubská, 649/8). Clubs con DJ hasta la madrugada como SaSaZu (Bubenské nabrezi, 306) o Mecca (U Prùhonu, 3). Y entre los muchos locales de jazz, el Jazz Dock (Janáckovo nabrezí, 2), o el mítico Reduta (Národní trída, 20) en el que Clinton hizo sus pinitos con el saxo durante una visita de estado.
Compras
Por la calle Parizska del Barrio Judío están las principales firmas de moda, y en calles de sus alrededores también han asentado sus boutiques muchos creadores locales. La porcelana y el cristal son compras típicas en Praga. Se pueden encontrar en tiendas como Qubus (Rámová, 3), Futurista Universum (Betlémské nám. 5a) o Artel Design Shop (Celetná, 29). Las joyas con granates son también una buena compra, así como las marionetas artesanales y los vinos de Moldavia.
Más información
Turismo de Chequia en España y Turismo de Praga.
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